Eres una mujer inteligente y eso es poco corriente en mi escasa experiencia en Internet, aunque seguramente habrá de todo, pero lo que más me ha fascinado de ti es tu voz, cálida, con la modulación suficiente: ni muy exagerada, lo que podría parecer irreal, teatral, ni escasa lo que transmitiría monotonía. Si además tienes en cuenta la musicalidad típica de México, que tan agradable nos suena a los españoles, entenderás por qué caemos rendidos. Por eso la poesía más adecuada para este momento es la del monólogo de Segismundo en “La vida es sueño” de Calderón de la Barca, aderezada con pequeños retoques.
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Poesía de Segismundo
en: "La vida es un sueño"
de Calderon de la Barca
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Adecuación de JRG
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Tu voz pudo enternecerme,
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tu presencia suspenderme
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y tu respeto turbarme,
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¿Quién eres? …
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Con cada vez que te oigo
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nueva admiración me das
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y cuando te oigo más,
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aún más oírte deseo.
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Oídos hidrópicos creo
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que mis oídos deben ser
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pues cuando es muerte el beber,
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beben más, y desta suerte,
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viendo que el oír me da muerte
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estoy muriendo por oír.
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Pero óigate yo y muera
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que no sé, rendido ya,
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si el oírte muerte me da
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el no oírte que me diera.
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. . ............................................Un beso, J.R
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¡Deliciosamente hermoso, ¡gracias por el halago!
Nota: Acá agregué la versión original del fragmento:
Segismundo:
Tu voz pudo enternecerme,
tu presencia suspenderme,
y tu respeto turbarme.
¿Quién eres?
Que aunque yo aquí tan poco del mundo sé,
que cuna y sepulcro fue esta torre para mí;
y aunque desde que nací —si esto es nacer—
sólo advierto este rústico desierto,
donde miserable vivo,
siendo un esqueleto vivo,
siendo un animado muerto;
y aunque nunca vi ni hablé
sino a un hombre solamente
que aquí mis desdichas siente,
por quien las noticias sé de cielo y tierra;
y aunque aquí, porque más te asombres
y monstruo humano me nombres,
entre asombros y quimeras,
soy un hombre de las fieras,
y una fiera de los hombres;
y aunque en desdichas tan graves
la política he estudiado,
de los brutos enseñado,
advertido de las aves,
y de los astros suaves
los círculos he medido,
tú sólo, tú, has suspendido
la pasión a mis enojos,
la suspensión a mis ojos,
la admiración al oído.
Con cada vez que te veo
nueva admiración me das,
y cuando te miro más
aun más mirarte deseo.
Ojos hidrópicos creo
que mis ojos deben ser;
pues cuando es muerte el beber,
beben más, y desta suerte,
viendo que el ver me da muerte,
estoy muriendo por ver.
Peo véate yo y muera;
que no sé, rendido ya,
si el verte muerte me da,
el no verte ¿qué me diera?
Fuera, más que muerte fiera,
ira, rabia y dolor fuerte;
fuera muerte; desta suerte
su rigor he ponderado,
pues dar vida a un desdichado
es dar a un dichoso muerte.
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